Dejo aquí una reseña de este gran escritor, desconocido para muchos, pero super ventas en la marginalidad. Más adelante agregaré parte de mi tesis de magíster, sobre éste, Rivano y Luis Cornejo, otros viejos chuchetas.
[1] La edición consultada de Cachetón Pelota sugiere la fecha de publicación el año 1943. Ordene mi teniente, 1948. Cotejando bibliografías realizadas por autores en torno a la obra de Méndez, se opta por determinar la fecha de su primer texto el año 1948.
[2] Raúl Silva Castro citado en biografía de Armando Méndez, www.escritores.cl
[3] María Angélica De Luigi “Juan Firula, coprolálico escritor y play boy”. En Las Últimas Noticias, Santiago 14 de diciembre de 1979, Pág. 6.
Méndez Carrasco vio vida el año 1915, en Santiago de Chile, aunque al poco tiempo se trasladó a Valparaíso a vivir al cerro El Litre, lugar donde pasó gran parte de su infancia. Su enseñanza media la cursó en el Liceo Amunátegui – los primeros años de la década del treinta-; terminando el quinto año de humanidades en el liceo nocturno Balmaceda. Fue parte del cuerpo de carabineros de Chile – al igual que Rivano- durante diez años. No existe seguridad, pero algunos biógrafos señalan que trabajó en los ministerios de Educación y Obras Públicas. Antes se había desempeñado como secretario de redacción de la Revista de carabineros – en semejanza a su personaje Escudero en la novela Ordene, mi teniente- y también en la revista Caminos de la dirección de vialidad. El ambiente bohemio santiaguino lo vio ejercer como bailarín de swing. Fue columnista en el diario Las últimas Noticias escribiendo su espacio “Crónicas de Juan Firula”. Szmulewicz señala que fue nombrado Miembro Honorario de la Facultad de Letras de la Universidad Católica de Chile. Obtuvo premios en Chile y el extranjero. Fue censurado por el gobierno militar. Las motivaciones no fueron políticas, sino lingüísticas: el exceso de coprolalia en sus obras. En los años setenta se radicó en Los Ángeles, Estados Unidos, donde circunstancialmente se dedicó a la pintura, retratando los cerros de Valparaíso, en los que habitó durante su niñez. Falleció en ese país el año 1983.
La obra de Méndez Carrasco contempla la publicación de 12 libros. Estos son Juan Firula, cuentos, 1948[1], El carretón de la viuda, cuentos, 1951, Mundo herido, novela, 1955, La mala intención, cuentos, 1958 Chicago Chico, novela, 1962, Dos cuentos de jazz, 1963, ¡Ordene mi teniente, novela, 1965, Crónicas de Juan Firula, 1965, Cachetón pelota, novela 1967, La Mierda, novela 1972, Reflexiones de Juan Firula, crónica, 1973, Diccionario coa, 1979, Noche sin número, cuentos, 1980. Fue tratado duramente por la crítica la cual recriminaba la crudeza del mundo por él descrito, el uso de la coprolalia y la pobreza de recursos técnicos en su prosa. Uno de los críticos más severos y conservadores de Chile de la segunda mitad del siglo veinte, señala de él: “Si el mundo que describe el novelista existe de verdad, no es raro que de él salgan criminales efectivos, cuando los niños se transformen en adultos y quieran poner al servicio de sus pasiones la lección de astucia y de pugnacidad aprendida de muchachos” e impugna su lenguaje al cual considera empapado de “una jerga sucia y descompuesta”.[2] No era raro, pues el mismo Méndez señalaba en sus entrevistas que poseía más detractores que admiradores:
“Hay más de cien personas que me han hecho críticas sobre mis libros. Todas desfavorables… cosa que me ha favorecido mucho”[3]
La obra de Méndez Carrasco contempla la publicación de 12 libros. Estos son Juan Firula, cuentos, 1948[1], El carretón de la viuda, cuentos, 1951, Mundo herido, novela, 1955, La mala intención, cuentos, 1958 Chicago Chico, novela, 1962, Dos cuentos de jazz, 1963, ¡Ordene mi teniente, novela, 1965, Crónicas de Juan Firula, 1965, Cachetón pelota, novela 1967, La Mierda, novela 1972, Reflexiones de Juan Firula, crónica, 1973, Diccionario coa, 1979, Noche sin número, cuentos, 1980. Fue tratado duramente por la crítica la cual recriminaba la crudeza del mundo por él descrito, el uso de la coprolalia y la pobreza de recursos técnicos en su prosa. Uno de los críticos más severos y conservadores de Chile de la segunda mitad del siglo veinte, señala de él: “Si el mundo que describe el novelista existe de verdad, no es raro que de él salgan criminales efectivos, cuando los niños se transformen en adultos y quieran poner al servicio de sus pasiones la lección de astucia y de pugnacidad aprendida de muchachos” e impugna su lenguaje al cual considera empapado de “una jerga sucia y descompuesta”.[2] No era raro, pues el mismo Méndez señalaba en sus entrevistas que poseía más detractores que admiradores:
“Hay más de cien personas que me han hecho críticas sobre mis libros. Todas desfavorables… cosa que me ha favorecido mucho”[3]
[1] La edición consultada de Cachetón Pelota sugiere la fecha de publicación el año 1943. Ordene mi teniente, 1948. Cotejando bibliografías realizadas por autores en torno a la obra de Méndez, se opta por determinar la fecha de su primer texto el año 1948.
[2] Raúl Silva Castro citado en biografía de Armando Méndez, www.escritores.cl
[3] María Angélica De Luigi “Juan Firula, coprolálico escritor y play boy”. En Las Últimas Noticias, Santiago 14 de diciembre de 1979, Pág. 6.
Comments
mi nombre esRodrigo y estoy haciendo mi tesis en Armando Mández Carrasco, si por favor me enviara sun mail para contactarme contigo y compartir información, te lo agradecería. Mi correo es:
rodrigo.carvacho.alfaro@gmail.com
muchas gracias
Escenas de Valparaíso. De los objetos de cobre. Todo eso, para regalos de su staff de amigos, de los más diversos. Leí el libro a los siete años. Me impresionó, en forma positiva. En el hoy, no soy una delincuente y si el tema me apasiona. No desde el punto de vista morboso o de crueldad. Si, por los orígenes de los problemas y las soluciones posibles al tema. Don Armando no se equivocó en nada.
Adelantado y visionario. Lamentable que sus dos amigas estén fallecidas, podrían hablar mucho con respecto a su persona.
De mirada directa y desplazarse seguro, era una persona confiable. De nobleza. Un amigo que no se encuentra fácilmente, a la vuelta de la esquina. Es lo único que puedo aportar, como un gran detalle.