Cuando trabajaba en Alto Hospicio, el año 2000, una mañana sintonicé la radio Paulina, mientras fregaba la ropa en una artesa. (Solía ponerme los fonos de un personal stereo, hasta que me lo robaron en el colegio junto al celular) Alguien conversaba de libros, algo poco común en los medios de comunicación. A veces el tipo se quedaba trancado por largos segundos. Un locutor tartamudo es algo garciamarquiano, pensé. Pronto supe que era Patricio Riveros, el autor del "Cuento del viejo piojento" que una amiga de allá me había comentado haber escuchado de labios del mismísimo Patricio en una charla dada por él en el colegio Roberto Jonhson.
Años más tarde, en Santiago, encontré un libro suyo en una feria del libro del Parque Forestal. Estaba en oferta. "El funeral de la felicidad" es un texto extraordinario, una de esas joyas que le muestran a uno que no todo esta escrito, esos descubrimientos que producen perplejidad y alegría. Aunque meses después pude conseguirme su email (papato42@...) nunca le escribí, teniendo el deseo de conocerlo en persona y pedirle me firmara el volumen. Uno nunca piensa que la muerte está rondando, como lo escribiera él mismo para el diario La Nación, días antes de partir de este mundo, conocido por muy pocos, ninguneado en su propia ciudad, recibiendo atención médica pública, seguro a falta de previsión. Recordando a Luis Cornejo, hago la misma mención bíblica para evocar a Patricio: "el mundo no era digno de ellos".
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